29 diciembre, 2016

*Agarrá tu ocote para alumbrar y tu carreta pa’caminar.


El final de cada año es el momento de los buenos propósitos. Pero también para el año que acaba nos propusimos algunas cosas. ¿Qué sucedió con ellas? ¿Conseguimos lo que nos propusimos el año anterior o lo hemos perdido de vista por el camino y seguimos siendo los mismos de antes?, ¿empeoramos o mejoramos? Cierto es que quienes rebasamos medio siglo de edad podemos comparar el antes y después de más de cinco décadas, no más, pero en la historia mexicana ha habido cambios importantes desde el siglo pasado, no quisiera profundizar muchos detalles, pero al revisar algunas fotografías antiguas de mi pueblo, Comitán, me doy cuenta que el agua –por ejemplo- se tenía que acarrear desde la pila, en burros, cántaros y otros recipientes. Mi abuelo me contaba que no había luz eléctrica, la gente se alumbraba con ocote, y cuando llegó el petróleo ocuparon los quinqués y las estufas de petróleo para hacer más cómoda la existencia, ni que hablar de teléfonos, televisores, refrigeradores y toda clase de aparatos domésticos que hoy día se han vuelto indispensables. Los vehículos automotores no existían tampoco, las mulas y las carretas eran en ese entonces el medio de transporte y de carga, en fin, el “desarrollo” –así entre comillas-; enterró un estilo de vida en menos de un siglo para dar paso a la modernidad, al confort y a la “abundancia”. Con la llegada de la electricidad y la explotación petrolera cambiaron nuestro panorama social de manera extrema y radical, lamentablemente estos importantes recursos comenzaron también a generar una clase social poderosa que acaparó en escandalosos excesos las utilidades económicas generadas por los energéticos, arrastrando consigo pobreza, miseria y desesperación. Todo esto que les narro apreciables lectores sale a colación porque la crisis de gasolina que padecemos en el ocaso del 2016 revela que en tan sólo unas décadas nos convertimos en consumidores de hidrocarburos al extremo, nueve mil millones de litros diarios dijo un especialista del tema, un mercado potencial para quienes controlan el negocio, y para los políticos que han estado frente a la paraestatal. Si fuera de a un peso la utilidad por litro, serían nueve mil millones de pesos libres de polvo y paja que entrarían diariamente a las arcas del estado, y aunque a golpe de vista se observa un negocio muy redituable, PEMEX se fue a la quiebra por tanta corrupción, de tal manera que en un principio se vio obligado a realizar considerables importaciones de este producto para satisfacer las presiones de la demanda interna durante muchos años, esa es la razón principal del porque “quebró el negocio” y se le acabó la paga a PEMEX para seguir importando lo que necesitamos los consumidores. El desmantelamiento del complejo petroquímico Pajaritos que inició el año pasado y los “Huachicoleros” agudizaron la crisis en el suministro. Nos dice la versión oficial que la causa de este desbasto, se debe al robo de combustible, según el director general de Petróleos Mexicanos (Pemex), José Antonio González Anaya, durante una entrevista el programa Despierta con Loret, detalló que algunas válvulas ahorcaron el paso de combustible para evitar las ordeñas clandestinas, pero que poco a poco se irá restableciendo el suministro. Otros más explican, que detrás de todo se encuentra el “gasolinazo” aplicable a principios del 2017. En promedio, el litro de gasolina Magna costará de 16 a 17 pesos, lo que representa un aumento del 15 % que vendrá a colapsar la de por si deteriorada economía familiar. Pero sea cualquiera de todas las causas antes señaladas, los que finalmente llevamos el peor golpe en esta escalada de corrupción, somos los ciudadanos porque no sólo tendremos que pagar más caro el combustible, sino el costo de la canasta básica y otros insumos de primera y segunda necesidad, además estaremos expuestos a la especulación y al mercado negro de las gasolinas si los responsables del asunto no frenan de inmediato el desabasto. O en su caso, si la inversión privada se desalienta en los supuestos beneficios que ofrece la reforma energética para abrir estaciones de distribución a lo largo y ancho del país. Ojalá y estemos equivocados, pero como se ven las cosas, el 2017 no se avizora muy alentador para quienes somos irremediables consumidores de hidrocarburos, sin embargo, con todo y eso, el momento de los buenos propósitos de fin de año se vuelven hacer presentes. Como dijera mi compadre, “que respiremos y estemos buenitos ahí lo vamos a ir pasando”, y si las cosas no mejoran, no nos quedará de otra que regresar a los viejos tiempos. Agarrar nuestro ocote para alumbrarnos, caminar y hacer uso de la carreta, o la bicicleta para no seguir engordando el caldo a quienes se han hecho piñata con el petróleo, ese hidrocarburo que supuestamente pertenece a todos los mexicanos…// El tiempo no se detiene, la Navidad quedó atrás y entramos a la época en la que florecen los buenos propósitos, como de costumbre al morir un año y nacer el otro hacemos promesas que por lo regular no logramos ni alcanzamos cumplir, como mencionamos a principio de esta entrega, dentro de las más frecuentes están: bajar de peso, dejar de tomar, fumar, mejorar conducta, hacer ejercicio, dedicar más tiempo a la familia o los amigos, trabajar más, lo peor que cuando ponemos en la balanza los logros alcanzados durante todo el año, -salvo contadas excepciones-; el saldo es siempre negativo, la mayoría de veces, todas estas promesas no se cumplen, y es que es difícil enderezar muchas cosas en nuestras vidas en estos tiempos de dureza; pareciera que estamos en pleno Apocalipsis, debo confesarles que no llevo la cuenta, pero en lo que fue este año se han de haber registrado un buen números de suicidios, si a esto agregamos los otros “muertos” por ejecuciones y accidentes la cifra es aún mayor, esto es solamente un ingrediente que nos hace pensar que en lugar de tener ánimos para cumplir promesas de alegría, la zozobra, el miedo y la falta de esperanza provocado por acontecimientos negativos nos mantiene opuestos, pero en fin, más allá de las enormes dificultades que podamos encontrar en los retos y propósitos de año nuevo, no hay que bajar la guardia en la esperanza de que el 2017 nos depare un mejor camino, debemos considerar que el país está transmutando hacia un nuevo mapa regional social político económico, y que los astrónomos auguran también purificación planetaria donde difícilmente habrá tiranía o tirano que aguante la presión social, tiempo en que los políticos y gobernantes deberán arrogarse bajo esta perspectiva ya que no habrá mayor felicidad y estabilidad política y social que tratar de vivir con lo absolutamente necesario, si nos aplicamos en esta razón, alcanzaremos mejores oportunidades para cultivar la amabilidad, el buen humor y la armonía con el prójimo, escenario perfecto para que los propósitos de año nuevo se cristalicen y no queden en el olvido como en épocas pasadas donde año con año fracasamos el intento. En la última entrega del 2016, su servidor les desea lo mejor, agradeciendo la preferencia o tolerancia que tuvieron con nuestras líneas de opinión y toda la información que ofreció esta casa editorial Nuestro Diario durante el año que se va. ¡¡Ahh!! Si va a usted a cenar en familia, le recomendamos las tradicionales charolitas de Cocina La Pila, Bueno, bonito y barato, se lo llevan hasta su domicilio llamando al Celular: 963 100 39 99.



HOY NO HAY PREGUNTA.



De esto y más, nos leemos en la próxima.



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